lunes, enero 21, 2008

Ramírez Acuña no probó el churrasco de la paz

Por Joel Huacuja Betancourt, corresponsal
Revista Quehacer Político

Guadalajara, Jal.- La salida de Francisco Ramírez Acuña del gabinete presidencial le cayó como indigestión a unos y como postre a otros.
Cinco días antes de que se conociera la renuncia a la Secretaría de Gobernación del ex gobernador jalisciense, se reunieron en el restaurante La Vaca Argentina el gobernador Emilio González y el secretario de Gobierno Fernando Guzmán Pérez Peláez con el presidente del PAN Jalisco Eduardo Rosales y el jefe de la bancada panista en el Congreso local Jorge Salinas Osornio.
El motivo era de certificar una paz pública entre copas y platillos. Fotógrafos, camarógrafos y reporteros fueron convocados “extraoficialmente” para que atestiguaran y dieran fe de que González ya no iba a reñir con los políticos del grupo de Ramírez Acuña.
Eduardo Rosales Castellanos y Jorge Salinas Osornio acudieron al lugar y compartieron la comida y la bebida con González y Guzmán, sin siquiera imaginar que unos días después su jefe político sería renunciado para dejarle el campo a Juan Camilo Mouriño.
De los presentes, González sería el único que pudiera tener información privilegiada acerca de los vendavales políticos que corrían por Los Pinos y el inminente cambio en el Palacio de Bucareli. Cabe recordar que Emilio González Márquez viajó a Roma en diciembre pasado, acompañando al presidente de Televisa, su tocayo Emilio Azcárraga Jean, y la esposa del presidente Calderón, Margarita Zavala.
Ese viaje no fue una mera coincidencia ni por simpatías personales del magnate de la televisión hacia el político de Lagos de Moreno que en menos de un año de gobierno le hizo donaciones y pagos a Televisa por casi 500 millones de pesos. (Quehacer Político, Caldero Político Jalisco, año II números 36 y 37, enero 13, 2008). La morralla del erario jalisciense tal vez sea lo de menos y la política y los intereses lo de más.
Emilio Azcárraga Jean no podría estar ajeno a los rumbos y cambios del país y tal vez, sólo tal vez -cabe en el “ficcionario” político- que el otro Emilio recibiera informaciones de alto nivel, como el cambio del secretario de Gobernación, o que el gobernador de Jalisco filtrara informes contra su rival político, Ramírez Acuña, para acelerar su caída.
Por eso, la comida del jueves 10 de enero en La Vaca Argentina, sería un toque de sutileza política, al estilo de la mafia italo-americana, que invita a comer a los enemigos y luego le manda flores al funeral…
Francisco Ramírez Acuña mantuvo siempre, por encima de todo, la dignidad y el respeto político y personal y así es como se retira.
En Jalisco, habrá que esperar ahora sí a un gobernador todopoderoso en lo interno, aunque con amigos y patrones exigentes.
Y esta vez, cuando el gobernador González decidió rubricar una paz pública, el contrincante Ramírez Acuña no estuvo para comer el churrasco de la paz, o el bife argentino o un asado con el sabor del lomo, y además saborear el churrasco mojado en chimichurri, la salsa gaucha típica.
Tere Hernández, reportera del periódico Ocho Columnas, hizo esta sabrosa crónica sobre la reunión política:
“Escenario: La Vaca Argentina. No era la primera vez que Emilio González Márquez acudía a La Vaca Argentina, pero sí la primera en que coincidió con líderes políticos, empresariales y hasta con su contrincante en la lucha por la gubernatura, Arturo Zamora Jiménez.
Vinos de mesa, tequila, coñac, pastas, cortes argentinos y saludos sorpresivos de funcionarios públicos acompañaron la comida.
Arturo Zamora, en otra mesa, estaba acompañado por los empresarios Francisco Javier González, José Luis Covarrubias y Francisco Conejo. En cuanto llegó Emilio, acompañado por Fernando Guzmán, acudieron a saludarlo.
En la mesa reservada para el gobernador ya se encontraban Jorge Salinas y Eduardo Rosales.
El primer «¡hola!» de la tarde dirigido a las dos mesas fue de Francisco Ramírez, hijo del secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña. El segundo fue por parte de directivos de Caabsa Eagle, encabezados por Adrián Gimbini.
El tercero de la tarde y que llamó más la atención fue cuando llegó a las 16:15 horas el coordinador de Innovación y Desarrollo del Gobierno, Herbert Taylor, acompañado por el diputado federal Antonio Muñoz Serrano. Lo sorpresivo es que no llegó a la mesa de Emilio sino a la de Arturo Zamora, con quien departió y brindó durante 25 minutos mientras le asignaban mesa ya que el restaurante se encontraba lleno a su capacidad.
«Yo vine con Toño a echarme un taco, no sabía que venía el gobernador», se justificó Herbert Taylor, y cuando le avisaron que su mesa ya estaba lista pasó por la de Emilio y le dio un abrazo efusivo a Eduardo Rosales.
«Este es un buen restaurante y viene mucha gente a la que tuvimos oportunidad de saludar, me gustó el abrazo que se dieron Herbert y Eduardo Rosales», comentó el gobernador.
Hubo un momento en el que coincidieron, aunque no en la misma mesa, el hijo de Francisco Ramírez Acuña y Eduardo Rosales. Sólo faltó Carlos Briseño, el rector de la UdeG, «pero ya me habló», dijo Jorge Salinas a algunos reporteros cuando dejó por un momento la mesa de Emilio.
El cuarto «¡Hola!» de la tarde fue de parte del titular del Instituto de Transparencia, Augusto Valencia, quien tampoco dejó pasar la oportunidad de saludar a los comensales de ambas mesas. De la parrilla les sirvieron pasta, churrasco, vacío y otros cortes argentinos…”.
¡Que pase un buen día”

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