martes, octubre 17, 2006

LA DESPEDIDA DEL GOBERNADOR Y EL REGRESO DE SANTILLÁN

Por Joel HUACUJA BETANCOURT

Secretario de Administración en el sexenio de don Enrique Álvarez del Castillo (QEPD), el político Javier Santillán Oceguera regresa fuerte al ring de la política de Jalisco. Fue precandidato del PRI a la gubernatura en la contienda del 2 de julio pasado, en donde le ganó Arturo Zamora Jiménez. Actualmente es delegado nacional del PRI en Yucatán y se perfila como próximo líder del revolucionario en Jalisco,

Zamora perdió finalmente la lucha electoral contra Emilio González Márquez, del PAN. Los emilistas tuvieron que luchar contra la fuerza del mismo gobernador panista, Francisco Ramírez Acuña, que apoyó con todo a su amigo Zamora. Esa factura se la están cobrando ya propios y extraños.

Ramírez Acuña realizó durante septiembre una serie de reuniones con cenas y comidas de despedida. Aseguraba que el primero de octubre se iba a México al equipo presidencial de Felipe Calderón, nada menos que a la Secretaría de Gobernación.

El todavía gobernador de Jalisco (termina el primero de marzo del 2007 su mandato) también se movió en la capital del país con periodistas y políticos, filtrando su presunta designación en el gabinete de Felipe Calderón.

Al parecer esta conducta triunfalista, poco discreta, y sobre todo sus etiquetas de testarudo (pesa en su contra una denuncia por desacato a la ley estatal de transparencia), radical y torturador (con docenas de recomendaciones en contra en la Comisión Estatal de Derechos Humanos), hicieron que Ramírez Acuña tenga que terminar su gobierno hasta el año próximo y agarrar una cartera de “segunda” como director del IMSS, o algo por el estilo, fuera de los reflectores principales.

Mientras eso sucede en las esferas panistas, en el PRI surge como nueva figura Javier Santillán, quien en días pasados hizo un balance del partido en una reunión del consejo político en el hotel Presidente Intercontinental.

Fuerte y directo, puso las cosas en claro contra los ex gobernadores Guillermo Cosío, Carlos Rivera Aceves y otros personajes como Javier Galván, Jorge Arana y Arturo Zamora.

Resumimos o ampliamos algunos aspectos de su discurso como presidente de la Comisión de Análisis y Evaluación de los Resultados Electorales, sobre todo en la parte que les toca al gobernador Ramírez Acuña y al ex candidato Arturo Zamora:

Pagamos caro los errores con Paco (Francisco). Sexenio cuestionadísimo a nivel nacional. Personalidad repudiada por propios y extraños. Habilidad política, sin duda. Eso representa Ramírez Acuña.

Hizo todo el trabajo posible para transmitir el poder a un candidato del PRI. Y ni aún así, dirían los chamacos. El proceso que llevó a Arturo Zamora a la candidatura es aleccionadoramente ilustrativo de la decadencia de la vida democrática del partido y de la actividad política en general en nuestro país.

Con un distanciamiento inocultable de las bases ciudadanas y de los cuadros sociales del pueblo, el candidato se identificó con los grupos de poder conocidos y otros supuestos que operan en la sociedad. Su personalidad ágil y arrolladora llegó a atropellar. Desde un principio se le advirtió decidido a no soltar ni ceder.

Quienes le conocen confirman su conducta. Esto puede ser interpretado de maneras distintas, incluso sus afanes de alguna forma denotan determinación, una cualidad indispensable para un político.

El problema surge cuando aparecen las sombras de la duda acerca de su probidad. Arturo Zamora tiene demasiado peso encima con los graves y fundados cuestionamientos sobre su riqueza personal. Y todo ello estuvo en medio del proceso interno y sobre todo externo. No obstante Ramírez Acuña había dejado mucho a favor de su amigo Arturo y éste finalmente fue vencido por la derecha.

Al partido le convendría quizá deslindarse en tanto se aclare jurídicamente su situación. Son cargas pesadas que debilitan cualquier postura o discurso.

Desarticulan los esfuerzos y propósitos bien intencionados. Lo peor es que no se conforma una nueva corriente capaz de convencer con hechos a menos que alguien con la suficiente capacidad de liderazgo, experiencia política y sobretodo una limpia trayectoria en términos de no haberse beneficiado individualmente con los cargos públicos, asuma esta tarea y perfile el nuevo partido.

Así las cosas ¿Será Javier Santillán quien responda a ese reto dada la autoridad moral y militancia incuestionable que lo distinguen? ¡Que pase un buen día!

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